El 6 de marzo de 1862 un devastador incendio arrasó el Alcázar de Segovia, destruyendo techumbres, salas nobles y buena parte de su interior. Solo quedaron en pie los muros y la estructura principal. Tras años de abandono, a finales del siglo XIX comenzó su reconstrucción, recuperando su aspecto medieval y convirtiéndose de nuevo en uno de los grandes símbolos de Segovia.